Dos colegios, dos realidades diametralmente opuestas. El viernes se encontraron en las calle los alumnos del Instituto Técnico de la UNT y los del Lorenzo Massa, ambos llevando a cabo las concurridas caravanas con las que promocionan las semanas. Los salesianos fueron acompañados de varios docentes, del equipo directivo en pleno y de unos 30 padres. Los universitarios, en cambio, fiel a sus códigos de autodisciplina, hicieron su muestra en soledad, sin el acompañamiento de los adultos.
El flamante convenio impulsado por el Ministerio de Educación, destinado a fijar ciertas pautas de convivencia ciudadana para las caravanas entraña un debate: ¿los establecimientos deben tener una participación institucional en estas actividades que, en principio, son exclusivas de los alumnos? Para la ministra Educación, Silvia Rojkés de Temkin, definitivamente sí: “el año pasado tuvimos situaciones muy feas (con las caravanas) en las que las instituciones nos dijeron ‘nosotros no tuvimos nada que ver’. Y dijimos no, así no. Por eso, hay acuerdo en que la escuela avale; de otro modo, no se hace. Cuando la escuela avala es porque sabe lo que los chicos hacen. Y si no tiene el visto bueno de la institución, tampoco estará avalada por este ministerio. Para nosotros ya no es una caravana estudiantil, sino un grupo de jóvenes que se juntan”, aseveró la funcionaria en diálogo con la LA GACETA.
Para los chicos del Técnico es impensable pedirle permiso al director para realizar una caravana. Incluso para su director, el ingeniero Francisco Moreno Díaz, es un paso innecesario. “Creo que no es algo en lo que la escuela deba estar presente como institución, las cosas que ocurren fuera de la escuela son muy complejas de controlar. Creo que nuestra función no es ser policía. Sí concientizar, educar para que no haya desbordes, que no haya alcohol... el colegio puede marcar una línea, pero el control de lo que hace un chico en la calle lo tienen que ejercer los padres; es necesario que ellos se comprometan”, opinó el directivo, quien a su vez se manifestó a favor de la iniciativa de Educación de regular la caravanas. “Me parece coherente, pero no creo que tenga que ser responsabilidad absoluta del director, del colegio como institución”, enfatizó.
Juan Pablo Gómez, docente y egresado del Técnico, también reflexiona sobre este tema. “La verdad, nunca me había detenido a pensar el tema de la caravana, pero viéndolo desde afuera creo que, queramos o no, se trata de una actividad que representa a la institución y por lo tanto esta tiene que estar presente, como lo hace en la semana”, comparó.
Del otro lado están los salesianos, que no les pierden la pisada a los alumnos. Hasta el portero de la escuela estaba el viernes en la caravana. “Nosotros siempre los acompañamos, los cinco directivos, junto a padres y docentes. Son adolescentes, y por lo tanto hay que guiarlos siempre”, definió Álvaro Infante, regente del Massa. Miriam D’Angelo, una mamá que escolta a los chicos desde hace cuatro años, aseguró que lo hace “para que se sientan acompañados”. “En realidad, es más por los otros que por ellos, porque siempre están los chicos de otros colegios que quieren provocar para que se armen peleas. Yo creo que los papás tenemos que estar”, afirmó la mamá.
Usar la libertad
Para la psicopedagoga Silvia Bono, investigadora en violencia escolar, el acompañamiento institucional es fundamental como modo de garantizar el orden y la sana diversión. “El buen uso de la libertad”, como ella lo define. “El punto clave sería quiénes son los que acompañan. Ya sean docentes, directivos o padres, es necesario que tengan un compromiso real, genuino, y no que lo hagan por obligación”, apuntó. Según la experta, haya o no supervisión una caravana puede llegar a desbordarse. “Por eso es importante que la escuela forme a los chicos, los concientice de hacer un buen uso de la libertad, de modo tal que al salir solos no se desborden”, concluyó.